Difícil pensar que haya un sector en México que defienda la administración del presidente venezolano, Nicolás Maduro. Dos razones encuentro: Primera, ignorancia. Hay quienes piensan que porque fue electo democráticamente, es un demócrata y que hay un complot mediático internacional en su contra. Craso error, tiene ya 80 por ciento de opinión negativa en Venezuela. Ha socavado la división de poderes y tratado de acabar con la oposición. Quienes aún lo idolatran pensando que es lo más parecido al Fidel Castro de la actualidad, debían de darse una vuelta por Venezuela: la libertad de expresión y de asociación reducida a cero; desabasto en todos los sectores y de forma delicada en alimentos básicos y servicios de salud.
La segunda razón, hay quienes piensan que defender a Maduro es defender a la izquierda. Flaco favor le ha hecho el gobierno de Maduro a la izquierda en general. Convertida en una izquierda autoritaria, doctrinaria, demagoga y populista. Una izquierda que ha destrozado su propia economía y en donde los principales afectados son los pobres con una hiperinflación que hace que su moneda, por más billetes que puedan presentarse en una tienda, ya no valga nada.
En los comercios los venezolanos ya no preguntan cuánto vale sino qué hay. Un drama humanitario.
Ya nadie cree, mayoritariamente, en el gobierno de Maduro, pero como dice The Economist, el presidente se mantiene aún en el poder por la lealtad -¿inquebrantable?- de las fuerzas armadas venezolanas.
Nadie siente en que Maduro tenga la capacidad de rehacer a su país, quebrado económica y socialmente, no le creen ni los venezolanos, que claman legítimamente elecciones, ni los extranjeros. Por eso sigue siendo increíble que un sector en México aún le rinda pleitesía, como si defenderlo a él fuera igual a defender una causa legítima.
Uno puede repudiar los resultados del gobierno de Maduro y seguir siendo de izquierda, centro o de derecha. |