Platiqué con él justo antes de la Copa del Mundo, fue una entrevista de casi una hora, aunque me habían dado sólo 10 minutos.
Paul Aguilar me cuenta su historia como si las cámaras no estuvieran allí, no se preocupa por su lenguaje, su tono o su postura, lo cual un entrevistador siempre agradece.
Era un niño inquieto y alegre que jugando beisbol olvidaba su pobreza. Se crió en Concordia, cerca de Mazatlán en Sinaloa. A los 12 años, tocó un balón por primera vez y se maravilló pateándolo.
Inmediatamente Paul encontró su posición, la de centro delantero. Todos querían a Paul de su lado.
Así pasaron los días hasta que a los 16 años toma la decisión de su vida.
Me cuenta que un día visores del Pachuca llegaron muy temprano para realizar una prueba en su barrio, pero cuando era el turno de que Paul levantara la mano, los puestos de delantero ya estaban ocupados.
Uno de los "profes" dijo que sólo que daba un puesto de lateral para armar los dos equipos que habrían de enfrentarse. Paul no lo pensó dos veces y gritó ¡yo soy lateral, yo soy lateral!
A partir de ahí cambió su vida. Siempre fue subiendo peldaños como un gran defensa que sabe ir muy bien al ataque, aunque él insiste en que nació para ser delantero.
Paul anotó a Chivas uno de los goles más importantes de su carrera, con casta de goleador, dio el triunfo al América.
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